lunes

Extraños (Strangers)

Puede alguien ver la luz, donde la luz tiñe el rocío y la marea sube…
Tú lograste que nadie pudiera ver dentro de tu visión.
Volviste real el mundo interno.

Sólo te pido que dejes fuera las penas de la vida,
con un único deseo satisfecho en la mañana,
satisfecho ahora, que no es real de este lado.

Hecho en la mañana, hecho ahora, que no es real de este lado. Hecho en la mañana y no importa nada, esto no es real, de este lado.Oh! Puede alguien ver la luz, cuando la luna tiñe el rocío y la marea esta subiendo.

Tu lograste que nadie viera dentro de tu visión,
volviste real tu mundo interno.

De Postishead, Dummy

jueves

El silencio y yo

Sucede que a menudo me gusta el silencio. Encuentro mucho placer en esa "nada auditiva" en la que muy a menudo me veo inmerso dentro de mi mundo propio y solitario. Es tranquilizador, llama a la reflexión y sin duda me agrada mucho.

Sin embargo, existen silencios que no disfruto. Silencios que odio y que me gustaría devorar con cualquier palabra oportuna y desgarrante. Me gustaría romper hielos verbales con ingenio y despreocupación. Esos silencios surgen por lo general cuando estoy con una chica y luego de intercambiar un par de palabras protocolares no sé que más decir.

Es inhumano vivir eso. La absoluta expresión de incompatibilidad y desinterés. La muy profunda sensación de tener que decir algo y asumir la responsabilidad de la charla amena e interesante. Claro que a veces asumo que es una responsabilidad bipartita y me quedo callado esperando alguna intervención de mi interlocutora ( cosa que pocas veces sucede).

Me imagino que a todas las personas a las que les gusta la música les debe gustar también el silencio. El silencio es el lienzo para los ritmos, es la hoja en blanco para el escritor, es el mar para el navegante. El silencio es el mundo donde sucede todo y nada. Y esa nada incluso puede ser placentera.

Mis silencios los prefiero lineales, un poco ambiguos y muy relajantes. Pero aquellos silencios compartidos e inundados de incomodidad, subvertidos de la más cruel y vertiginosa culpabilidad son los que odio. No los soporto. Incluso soy capaz de decir un disparate con tal de liquidar tan insostenible tiempo de inacción.

El silencio (el que me gusta y disfruto) puede convertirse en una jungla, una selva, un planeta recóndito e inexplorado, donde el camino de regreso está siempre en mi memoria. Por el contrario el silencio invasivo y vergonzoso no es más que un lugar gélido, hostil y cruel.