- “Te estás mariconenado”, le dijo.
Había encontrado a su amigo treinta minutos después de haber recibido una llamada suplicante. “Necesito hablar”, dijo la voz por el auricular casi como si pidiera disculpas.
Llegó y vio a su amigo temblando, dolido, perdido en sí mismo. Al borde de la locura, pensó.
Nunca lo había visto así. Incluso, nunca se imaginó que tras la apariencia de seriedad y coordinación podía esconderse un ser tan débil y miedoso.
“Te estas mariconenado”, le había dicho, porque eso era lo que estaba haciendo.
Había encontrado a su amigo treinta minutos después de haber recibido una llamada suplicante. “Necesito hablar”, dijo la voz por el auricular casi como si pidiera disculpas.
Llegó y vio a su amigo temblando, dolido, perdido en sí mismo. Al borde de la locura, pensó.
Nunca lo había visto así. Incluso, nunca se imaginó que tras la apariencia de seriedad y coordinación podía esconderse un ser tan débil y miedoso.
“Te estas mariconenado”, le había dicho, porque eso era lo que estaba haciendo.
“¿Acaso te ha dicho que no?”, agregó y por fin parecía que su amigo le hacia caso. Que había conseguido llamar su atención.
Estuvo con él hasta que se sintió mejor. Hasta que se tranquilizó y volvió en sí. “Cágate de risa, huevón. A todos nos pasa. Al final tú debes tomar la decisión. Tú tienes el control de la huevada”.
Sí, tiene razón, pensó. Estaba avergonzado por haber estado a punto de ahogarse rodeado de tanto aire. De tantas posibilidades.
Estuvo con él hasta que se sintió mejor. Hasta que se tranquilizó y volvió en sí. “Cágate de risa, huevón. A todos nos pasa. Al final tú debes tomar la decisión. Tú tienes el control de la huevada”.
Sí, tiene razón, pensó. Estaba avergonzado por haber estado a punto de ahogarse rodeado de tanto aire. De tantas posibilidades.
1 comentario:
Vamos Perú!!! Si se puede!!!!
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