domingo

Y volver, volver....

Han pasado dos semanas desde que volví a la universidad. Sinceramente pensé que volver a clases luego de tres años iba a ser chocante, por decir lo menos. Pero, resulta que hasta el momento todo esta bien. Bueno, tengo un horario j0-di-do y apenas tengo tiempo para hacer los trabajo y leer los kilos de fotocopias que encargan, pero aun así encuentro las cosas con mucho optimismo.

Obviamente soy poco menos que un marciano ahora, ya que no conozco a casi nadie y no soy precisamente una persona sociable por naturaleza. Así que es común que los "breaks" los pase solo tomando un café y un cigarrillo en la mano. En fin, no es tan malo. Además, hay una chica cuyo nombre no puedo recordar (tengo una memoria totalmente antiperiodística) que me atrae mucho.

Atrae. Que rara palabra. Me parece la peor palabra para decir que alguien me gusta, pero a decir verdad, es eso, mi mirada siempre se desvía y pongo cara de idiota. Si eso no es atracción, no sé qué lo es.

En pocas horas empezaré la tercera semana de clases. Dicen que la tercera es la vencida y quiero poner a prueba esa teoría. Me siento tan bien de regresar a las aulas. Muy bien.

jueves

Mirinda:

El miedo nos usa. Se especializa en eso. El miedo busca hacer experimentos con nosotros, quiere saber qué haríamos cuando todo empieza oler a mierda.

Pero, cuando conocemos el miedo, es decir, cuando realmente lo sentimos dentro de nosotros, lo identificamos y nos saciamos de él es cuando más cerca estamos de conocernos a nosotros mismos.

El miedo hace que sepamos de qué estamos hechos y esa leyenda de hombres valientes es pura basura. Si alguien no tiene miedo no vale la pena. Y no vale la pena porque simplemente no respondería a nada. No sentiría nada. El miedo es el inicio de todos los sentimientos, del amor, del odio, de la pasión, de todos.

Sentir miedo es saber que quieres algo, que te importa algo, que deseas algo y, sobre todo, que no quieres perderlo. Es un desafío constante, es una manera de sentir la vida. Mientras más miedo experimentemos, más podremos sentirnos vivos.

Ahora entiendo perfectamente esa frase que tomé tan a la ligera antes: “No es lo que decimos ni lo que pesamos, es lo que hacemos lo que nos define”. Y la definición de nosotros es gracias al miedo que podemos llevar con nosotros. No deshacernos de él, sino llevarlo en nuestro pecho, cada día y cada noche como lo más preciado que tenemos.

Hace tiempo dije que no nos gusta reconocer que estamos a la deriva y que la forma como llevamos el barco es nuestra única defensa. Lo mejor que podemos hacer es ver el horror a los ojos y caminar de frente, porque, al final, nunca se podrá huir de él.