domingo

Fue ayer y sí me acuerdo

El primer mundial que vi a conciencia, con expectativa y clamor fue el Campeonato de Estados Unidos 94. Ese mundial lo viví de una manera muy especial, mi padre había vuelto al país después de varios años, y junto a él pude ver el mejor espectáculo del mundo.

Recuerdo claramente aquel gol del rumano Hagi a Colombia, la cara de perplejidad de Córdova, sería un anuncio de la rápida despedida de una selección que llegaba con gran expectativa.

Lo siguiente que recuerdo es el talento y liderazgo de Hristo Stoichkov. Esa selección búlgara, que llegaba al mundial con el antecedente de nunca antes haber ganado un partido en los mundiales, se colocó entre las cuatro más poderosas y en gran parte por el nivel que brindó Stoichkov.

Los nigerianos me dieron un gran espectáculo. Si bien, eran muy ingenuos al momento de defender, eran potentes e ingeniosos al momento de atacar. Fue una gran selección donde Finidi y Okocha hicieron delirar al público con celebraciones de lo más particulares.

Por otro lado, Romario fue exactamente el jugador desequilibrante. El fuera de serie, el hombre más importante de Brasil. Aun no me explico cómo un hombre se su talla pudo ganar de cabeza a la defensa sueca para colocar a su país en la final del mundo. Fue un centro que parecía fácil de despejar para los obeliscos suecos, pero el chapulín levitó y con un testazo marco el gol de la clasificación.

Pero seguramente lo que más me marcó en ese mundial fue un penal. Seguramente todos lo recordamos. Siempre se ha dicho que en el fútbol no hay justicia, pero eso suena hueco cuando Roberto Baggio, luego de conducir a su equipo hasta la final del mundo, falla un penal para hacer perder a su país. Fue una tragedia griega.

De Roberto Baggio recuerdo su elegancia, su fuerza anímica, sus definiciones milimétricas y pases precisos. Recuerdo que él solo le ganó el partido a Nigeria. Que se ponía el equipo al hombro cuando más se le necesitaba.

Baggio fue un tipo de jugador que hoy casi está extinto. Ese coraje que pone el “10” de un equipo para dar vuelta un marcador es lo que extraño.

Faltan tan pocas horas para el inicio de un nuevo mundial que, de solo pensarlo, me emociono. Sé que ya no viviré lo que experimente durante USA 94, pero deseo que los chicos que están a punto de ver su primer mundial sientan lo que yo sentí.

1 comentario:

Daniel dijo...

Sí, yo tambien quise ser paraguayo ese día. Desde esa ocasión son fanático de la garra paraguaya. El martes podríamos ver algun partido, si puedes.